martes, 11 de diciembre de 2007

Preludio

El reloj marca las siete, Johan mira atravez de la ventana el crepusculo cambiando a cada instante, los pensamientos se agolpan en su mente, sus dedos juguetean nerviosamente con las costosas plumas fuente que descansan sobre el escritorio; el telefono antes insistente ahora conserva un silencio sepulcral, la ventana entreabierta deja penetrar el viento que juguetea con sus cabellos, tras meditar unos minutos se levanta, toma su abrigo y sale por la entrada principal.
De pequeño disfrutaba las largas caminatas en soledad, alejado de las miradas escrutadoras de sus guardianes, siempre habia sentido ser diferente a.... los demas? Pero, que o quienes eran los demas?.
El viento era cada vez mas frio, y la noche comenzaba a envolverlo con su manto obscuro dejandole a su vez envolverse aun mas en sus propios pensamientos; se dejo llevar a aquellos dias en que niñez y trabajo iban ligados, cuando se sentaba en la cima de la montaña mas alta y pensaba algun dia podre volar, y despegare con mis propias alas, para posteriormente bajar la mirada y ver sus pies desnudos, ya acostumbrados al diario ir y venir por las calles enterregadas; recordaba a Margarita y su sonrisa sin igual, que diariamente le ofrecia una manzana mientras charlaban y sonreian y el se perdia en divagaciones hasta que en un determinado momento su mirada perdida se encontraba con el atuendo colegial de Margarita y volvia a sonreir animado. Un recuerdo lo llevaba a otro, las montañas, el barranco, Margarita, la escuela, los abuelos, su madre, las flores, uno a otro se cedian paso de manera rapida, vertiginosa pero a la vez lentamente; no sabia aun de cierto si le satisfacian, le desagradaban o le causaban melanconia, trataba de poner en orden sus sentimientos cuando la voz de Enrique, su empleado, lo interrumpio.

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